sábado, 2 de septiembre de 2023

LA PASTILLA DE LA FELICIDAD



    Probablemente muchos ya estén imaginando que voy a hablar de algún fármaco con propiedades alucinógenas, pero nada más lejos de mi intención. Me quiero ceñir a un pensamiento propio, que seguro compartirán muy pocos, porque el mundo de los sabores se verá fuertemente afectados, y hay cantidad de gente que halla placer en sentarse a la mesa y echar tres cuarto de horas comiendo. No obstante, algunos somos tan pragmáticos que encontramos muchos beneficios en alimentarnos con una pastilla que nos aportase todos los nutrientes necesarios para conservar la salud, el equilibrio de grasas, peso, etc. ¿Se imaginan poner fin a tener que dar vueltas a qué vamos a poner de comer para el día siguiente y el siguiente, y el siguiente. Dejar de ir a los grandes supermercados a llenar el carro de cantidad de comida adulterada con aditivos y conservantes antinaturales, por muy sanos o inocuos que la industria y los técnicos pagados por ella, nos lo vendan.

    No sé bien cómo se haría, tal vez con el consumo de una pastilla fuera suficiente, o habría que tomar una correspondiendo a cada una de las ingestas habituales: desayuno, almuerzo y cena, que en estos momentos hacemos. Lo cierto es que me encantaría tener la tranquilidad de estar bien alimentado, no acumular restos superfluos en mi cuerpo, que mi salud fuera la correcta y liberarme de las preocupaciones antes referidas. A pesar de lo expuesto, y conociendo el grado de granujería existente, cómo fiarnos de los laboratorios que pusieran a la venta estos comprimidos sustitutos de la alimentación, cuando sabemos que en la actualidad tienen una máxima: mejorar, pero no curar para que no se les acabe el chollo. Mejor crear enfermos crónicos, que curar totalmente a las personas, pues se les acaba el negocio. ¿Qué sucedería si suministraran la alimentación ideal, completa y super sana, y que la gente dejara de enfermar, o lo haría ocasionalmente por otros asuntos, probablemente desequilibrios emocionales, disgustos, etc.? Nos tendrían como clientes de sus pastillas-alimento, pero no para el resto de medicamentos que ahora son la base de su negocio. Este factor repercutiría negativamente sobre el precio de los comprimidos con los que nos alimentaríamos, que serían enormemente caros. La segunda o tercera industria del mundo en cuanto a ventas y beneficios no se iba a conformar con venirse abajo. 

    Por otro lado, qué sucedería con las grandes cadenas de alimentación, industrias del alimento, mataderos de animales, centros de producción agrícola, ganadera y pesquera. Es un problemón de altura desmontar todo ese imperio que, de momento nos tiene cogido por los bajos y no nos suelta. De ahí proviene el abuso en sus precios de mercado, que no el pagado a los productores, como estamos hartos de escuchar en los medios. Los que generan los productos para ser consumidos, sean hortalizas, frutas, pescado o carnes, dicen constantemente que los precios que les ofrecen son irrisorios, que no cubren gastos, que les arruinan, que abusan de ellos, de su negocio, de su trabajo y esfuerzo. Si al productor no se le paga lo que le cuesta alimentar a sus animales, por ejemplo, no es difícil suponer que esos animales no pueden estar adecuadamente nutridos y, por tanto, no estén ofreciendo al consumidor la calidad que se debiera corresponder con los precios de los productos en los comercios.

    Lo expuesto parece un drama inalcanzable, pero todo cambiará el día que la primera industria lance su pastilla que nos alimente, ya le seguirán los próximos. La industria y todo el sector de alimentación tendrá que reconvertirse en otra cosa. La vida laboral actual requiere mucho tiempo, la situación económica de la familia, debido a los bajos sueldos, requiere que trabajen ambos miembros del matrimonio o de la pareja, y una solución que nos deje tiempo para nosotros es necesaria, siempre que hubiera honestidad en lo que se ofrezca, que conociendo los bueyes con los que aramos, es mucho pedir.

    Seguiremos...

1 comentario:

  1. Una disyuntiva muy interesante que daría horas y horas de conversación. Aún así creo, sinceramente, está todo pendiente de que la transición (como siempre) sea económicamente viable.

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