En Sevilla como en tantas otras ciudades españolas y del mundo se tiene la costumbre hostelera de apropiarse de parte de las aceras, incluso de la calzada, aparcamientos, etc., para ubicar mesas y sillas para que los clientes se sienten en la calle, "al fresquito", a tomar sus consumiciones. Con motivo de la pandemia del COVID se dieron permisos para ampliar estas terrazas al aire libre, ya que estaban prohibidas las reuniones o concentraciones de personas para dificultar la propagación del virus. Ese acuerdo tenía fecha de caducidad, el próximo octubre y, claro está, los propietarios de locales de este tipo exigen al Ayuntamiento lo prorrogue hasta enero de 2024, incluso que lo haga permanente.
El Ayuntamiento está valorando dicha petición de los hosteleros, y es donde comienza mi indignación por aquello que todo se hace en base a los intereses de una minoría sin contar, una vez más con la gente, con la vecindad, con los afectados de los ruidos provenientes hasta altas horas de la noche de esas terrazas veladores. Amén del impedimento para transitar por aceras, o la reducción de aparcamientos, porque muchos de esos permisos se dieron y los propietarios habilitaron tarimas para poner la zona de aparcamiento, o sea la calzada a la altura de la acera, rodearlo con barandas de hierro, y hacer de ese modo un reservado de lo que es una zona pública, como dije, de transito para peatones o zona de parking para vehículos.
El descanso de las personas y que los ruidos no trasciendan al interior de las viviendas nunca es tenido en cuenta por las autoridades. El que tenga un establecimiento, debe hacer su negocio en el interior del mismo, nunca afuera donde pueda molestar a terceros. Hay bares que caben dentro seis personas, pero tienen una terraza en el exterior para veinte. Todo su negocio está continuamente en la vía pública y, por ende, en los salones de las viviendas adyacentes. No hay consideración con la ciudadanía, ni respeto con su descanso y bienestar, y sí demasiada benevolencia con ciertos empresarios. Que le pregunten a los vecinos afectados, cuyas viviendas colindan con dichos negocios, ellos son más que un propietario de un bar, por qué no prevalece la opinión de aquellos. El que quiera hacer negocio que lo haga de puertas para adentro, eso diría un gobierno responsable, sensato, que respeta a sus ciudadanos. Con los políticos no me entenderé nunca si se dejan chantajear por motivos económicos para beneficio de unos pocos.
Seguiremos...
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