Para la clase trabajadora, los salarios, por lo general, nunca son como para tirar cohetes, sino todo lo contrario. En los tiempos que corren se agrava la situación en el hogar, los alimentos han subido una barbaridad, también la luz, el gas, los carburantes, bueno, todo lo que ya ustedes saben. Podemos decir que vivimos ajustados, atendiendo lo más necesario y sin sobrarnos dinero para emplear en otras cosas, que aunque necesarias, se puedan postergar. Pues si eso se da estando activos, empleados, ya se imaginarán cómo será cuando nos jubilemos y dejemos de cobrar el cien por cien de nuestros salarios para pasar a un porcentaje de las cotizaciones a la Seguridad Social. Es entonces cuando viene, inexplicablemente, una nueva pérdida de poder adquisitivo. Esa etapa de la vejez debiera ser la que nuestra sociedad más respaldara, al igual que la niñez, por la indefensión de las personas. Sin embargo, al no ser personas disponibles o actas para el engranaje laboral, se les ningunea con la congelación de sus pensiones a veces, o bien se les pretende subir una cantidad ridícula. No digamos si su estado vital es deficiente y necesitara ayuda a la dependencia, porque o bien no llega nunca, y cuando lo hace no cubre cualquier necesidad de cuidados o terapias que pudieran demandar.
En las casas de la gente trabajadora se crea un problema cuando sus mayores requieren asistencia externa, por ejemplo ingresarle en cualquiera de las residencias para mayores. Cuestan un pico, por lo general mucho más de la cuantía de las pensiones. Así que la familia, si está en condiciones, afrontan la diferencia entre el precio de las plazas de una de esas residencias y la pensión de jubilación de la persona que requiere los cuidados. No siempre eso es posible, pues hay integrantes de la familia que no tienen empleo, casi tampoco ingresos y se origina un problema, que conlleva hipotecar tu vida para cuidar al mayor sin garantías de hacerlo adecuadamente, casi siempre terminando con lesiones de espalda, pues no conoces las técnicas para mover a una persona que no ayuda en muchos de los casos.
La Administración pública ofrece un número determinado de plazas en diferentes lugares, muchas veces en localidades distintas a la tuya, obligándote a desplazarte diariamente para ver a tu familiar. Siendo sinceros, la opinión no es favorable al trabajo que desempeñan en esos centros públicos no exentos de la mafia y corrupción que azota todos los órdenes del sistema igualmente corrupto implantado por los políticos que nos han gobernado, mantenido por los que nos gobiernan, porque ninguno se atreve a poner fin a lo que resulta del mismo, privilegios de los que se aprovechan; por decirlo de un modo leve. Así que esas plazas son escasas, no se vigilan las tareas, como sucede en casi todo lo público, por eso se deteriora y resulta un fiasco. La solución sería que nuestra sociedad, que se sirvió del trabajo de nuestros mayores, se hiciera cargo de ellos, ofreciendo unas plazas de primera, bien atendidas, profesionalmente hablando, a un precio razonable que estuviera en, cada caso, acorde con los ingresos de la persona que necesite ingresar en dichos centros. Eso es cuidar de los mayores, lo contrario es lo que hay, abandono por parte de las Instituciones, bien porque el servicio no es decente o digno para acogerles en un ambiente saludable y con amor. Esta es una de las asignaturas pendientes de los gobiernos, de los políticos, que está causando problemas en los hogares de las familias menos pudientes.
Seguiremos...
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