Ayer, en esta moda de festejar algo cada día, dijeron que era el día internacional de la democracia, como pueden imaginar, aquí en España no teníamos nada que festejar, porque para poder hacerlo tendría que haber democracia, como leí en el tuit de una de las personas que sigo:
"Para que en España haya una verdadera democracia sobran banqueros y políticos corruptos, sobran jueces y policías fascistas, sobran iglesias y curas pederastas, y sobre todo, lo que sobran son Borbones".
Ese breve y conciso párrafo, resume bastante bien lo que altera la vida de nuestra sociedad para que exista la democracia. Nos roban en favor de banqueros, empresarios, con la ayuda necesaria de ciertos políticos corruptos, que son más de los que pensamos. Hay jueces, muchos de ellos, sobretodo en la cúpula del poder judicial, en las diversas instituciones de la judicatura, que están totalmente politizados y a la orden de los partidos que han gobernado, que tienen el privilegio de elegirlos para que, llegados el momento, les favorezcan cuando son hallados culpables de ciertos delitos de corrupción. Es entonces cuando les tocan a esos jueces prevaricar, dejar de observar las leyes y dejar de aplicar sentencias. Es cuando la impunidad sale a escena, una práctica que ningún español de bien acepta ni admite, pero que nos la cuelan sin apagar la luz ni tan siquiera. Estos caciques del Estado, me refiero a políticos y jueces nombrados por ellos, tienen la desvergüenza de actuar a plena luz del día sin sonrojarse. Los delincuentes se sostienen entre sí en perfecto equilibrio, provoquen el daño que provoquen.
De los cuerpos de seguridad también habría que hacer algunos comentarios, pues hay una minoría, así lo quiero entender, que actúa en funciones delictivas y nada dignas de que estén respaldadas por una placa. Esos números y esas placas son concedidos para dar seguridad a la ciudadanía, para evitar delitos, para quitar delincuentes de las calles y llevarlos ante la justicia (Si la hubiera). Ahora sabemos que desde hace años, algunos de estos policías, agentes en general de los cuerpos de seguridad del Estado, están ayudando a que el tráfico de estupefacientes circule por nuestras ciudades, que entren en nuestros puertos y playas, que sorteen la vigilancia de los que sí obedecen órdenes y trabajan para impedir ese tráfico ilegal. Y no solo están implicados agentes rasos, hay mandos de distinto rango al servicio de los narcotraficantes, llevándose un buen pico por colaborar con la mafia. Hay una parte de trabajadores de los cuerpos de seguridad, sobretodo, de los más antiguos que siguen con Franco metido entre ceja y ceja. Fascistas que aceptan de muy mal grado que gobiernen otros que no hayan tenido su misma escuela franquista. Gente que son chulos, que dan palizas porque se sienten con todo el poder de hacerlo. Gente que pisan los derechos de los demás. Gente que es racista.
Tenemos otro impedimento al desarrollo social que es la Iglesia, la secta católica, siempre bien arropada por los que legislan, siempre gozando de grandes privilegios y subvenciones concedidas por esos mismos. Éstos son otros que tienen su propio código ético e injusticia apenas entremos a combatir la pederestia de los de sus filas. La Iglesia se cierra en bandas y protege esa alteración de la conducta humana, esa depravación del individuo, los abusos y el daño irreversible que se provoca a niños y niñas, porque los sacerdotes salidos y reprimidos por unas normas contra natura, enfermizas, anti fisiológicas, les joden la vida a esos críos, sin dar la cara, como los cobardes que son, como los perturbados que son, sin avergonzarse de lo que hacen que lo repiten cada día y cada noche. ¿Dónde queda ese Dios que dicen seguir, al que dicen obedecer, se les acabo la conciencia?, ¿no reciben castigo de ese Dios, o es que lo aprueba, o como es más seguro, ni existe? ¡Valiente secta de poder, difusora de miedo, se han montado!
Por último, para conseguir un Estado democrático, nos sobra el pésimo ejemplo de poca transparencia, nos sobran sus privilegios como los de los demás que se llevan el dinero público en este país. Hemos tenido a Juan Carlos I, el que debiera haber sido un ejemplo para el esto de la ciudadanía, convertido en un vivalavirgen en toda regla y a todos los niveles, amparado en una inviolabilidad, que en origen era para darle cobertura en el desempeño de las funciones propias del cargo de Jefe de Estado, pero que por imprevistos y actos delictivos varios, para no tener que juzgarle y condenarle, que es lo que debiera haber sucedido, la inviolabilidad la hicieron extensiva a todas las acciones cometidas por el Rey, fueran privadas u oficiales. La monarquía está tocada, muy tocada en este país, y salvo los de la tendencia franquista-derecha, no son bienvenidos. No entendemos por qué una familia entera debe vivir a cuerpo de rey a costa de nuestros impuestos, siendo jóvenes los actuales monarcas y estando preparados como nos han hecho saber, pues que se sustenten de un trabajo como tenemos que hacer los demás, aunque a ellos les meten en puestos inalcanzables para el resto, moldeados, hechos a medida y con sueldos despampanantes. Que salgan al mercado laboral, que busquen trabajo. Lo tendrán muy fácil por quienes han sido.
Lo dicho, si no se erradican todos estos contratiempos, todos esos tipos que bloquean y alteran la democracia, no habrá democracia. Es necesario modificar las reglas del juego para dejar de estar sometidos al poder de los políticos. Es justamente lo contrario lo que ha de ocurrir, que los políticos y demás instituciones del Estado deben estar bajo el poder de la ciudadanía, que debe poder intervenir en la política continuamente, de un modo interactivo, digital, y al que todos tengamos acceso. Hay tecnología suficiente para hacerlo posible. Lo malo es que antes de implantarlo ya habrá algunos del bando de los malos pensando cómo condicionar o sabotear nuestras votaciones. La estafa es parte de la vida de muchos trepas del mundo empresarial, de la banca y de la política, de este país.
Seguiremos...
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