Las guerras son cosa del pasado, ninguna guerra es bienvenida, ninguna guerra hace bien a alguien. Toda guerra deja destrucción, horror y muertos a su paso. Ninguna guerra aporta nada positivo a la sociedad, al mundo o a la humanidad. No queremos más guerras, ni siquiera las que se están dando, exigimos que acaben, que nadie más quede huérfano, que ninguna mujer se convierta en viuda. No queremos más uniformes, más ordenes de ataque, más proyectiles cruzados silbando por el aire en todas direcciones. No queremos más bombas cayendo sobre edificios, destruyendo propiedades, quitando vidas, modificando la infraestructura urbanística de las ciudades. No a la destrucción y la masacre.
Los intereses de algunos pueblos no pueden aniquilar el futuro de la humanidad. Las grandes potencias siguen sin comprender que vivir es otra cosa que estar compitiendo por todo. Que el gran objetivo de la humanidad es colaborar, que todos cooperemos para lograr vivir mejor y avanzar en todos los campos del saber. En ningún lado está escrito que debamos matarnos los unos a los otros... ¡Maldito sea el primero que con sus inventos conspiró contra la vida y la humanidad! ¡Maldito sean todos aquellos que siguen sus pasos, creando armas o aportándolas a conflictos bélicos!
Estoy un poco sobrecogido por las palabras de Putin y la posible contra de países occidentales, esto puede acarrear un conflicto de magnitud impensable, solo dependiente de la locura que pudiera manifestar cualquiera de los implicados. Se harta uno del sinsentido de la guerra, de la ferocidad de los bandos, de la sinrazón de sus mandamases. Todos los que disparan contra sus semejantes, lo hacen por miedo, por odio, por ser mandados o por preservar sus vidas. Es mejor negarse a ir al frente, hacerlo por conciencia, como se ha hecho en otros temas. Es ser consciente de que no se quiere matar a otras personas, no se quiere hacer daño a nada ni a nadie. ¡Que vayan los primeros esos que mandan a morir a los demás desde sus despachos! Que se diriman las desigualdades mediante diálogos, y si eso no fuera factible o no se alcanzara una resolución definitiva para ambos, que los dirigentes de los países se suban a un ring y lo solucionen a hostias, pero que sus intereses no se lleven por delante la vida de muchos inocentes, que por el solo hecho de ser ciudadanos de esos países se vean involucrados en la guerra que el dirigente quiere. Lo más humano es ser objetor de conciencia, no ir a matar a nadie, o desertar. Paren toda la maquinaria de guerra, niéguense a disparar armas de todo tipo, a conducir tanques, o volar bombarderos. ¡Abandonen el frente! ¡ Váyanse a casa! No son menos valientes por eso, son más humanos si lo hacen. No pongan las dianas de sus miras telescópicas sobre el cuerpo de los uniformados de enfrente. Tiren ambos el fusil y vayan a abrazarse. Terminen la guerra en este instante, ¡Salven vidas!
Sería un éxito sin precedentes que la industria armamentística se viera en la necesidad de reconvertirse para fabricar otros productos que nada tuvieran que ver con el asunto de la guerra. No hay nada que dos seres humanos no puedan acordar o pactar por el bien de ambos, si cada uno piensa un poco el otro y actúa con menos egoísmo. No podemos seguir siendo unos primitivos y arreglarlo todo a base de garrotazos.
Seguiremos...
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