Uno se harta de tanta manipulación en cubierto. Los medios de desinformación masiva, deseosos y con los mandatos de sus dueños de tratar de mantener los ánimos de la población en el centro y que todas nuestras mentes rijan desde el ángulo más conservador posible, nombran una y otra vez, de un modo peyorativo a ciertos partidos como de extrema izquierda y a otros como de extrema derecha. El juego de estos manipuladores es que a la gente les den miedo los extremos, aunque si lo razonan no existen sino que son, como digo, fabricación de los que dirigen y quieren seguir dirigiendo la vida de los españoles con informaciones falsas. Si les valiera dirían cada día y a puro grito: ¡Viva Franco!
Hay un espacio para los que desde hace años vienen preocupándose más, que no todo lo bien que debieran, ni se aplican con la constancia adecuada, a aplicar políticas más cercanas a la ciudadanía, con un carácter solucionador de problemas, pero repito, hasta cierto punto. Ese espacio le corresponde a la izquierda. Por otro lado, están los que siempre han conciliado mejor con empresarios, banqueros, clases altas, etc., tratando de aplicar políticas que les favorezcan más a estos colectivos, incluso privando a la gente de servicios públicos que pasan a privatizar por sus santos cojones, sin que nadie les autorice hacerlo. Estos son los que ocupan la derecha. Hay, por tanto, un centro, y desde este hacia la izquierda, todo es izquierda. Desde ese mismo centro hacia la derecha, todo es derecha. El centro, como en cualquier línea representada gráficamente, es un punto, un espacio mínimo sin cabida para nada, pues apenas te muevas hacia un lado pisas terreno de izquierda, y si lo haces para el otro, pisas terreno de derecha.
Otro tema bien distinto es comprobar que los que dicen ocupar un espacio y hacer un determinado tipo de políticas, sean lo que son. Ni se corresponden con el espacio, ni sus políticas están al cien por cien con los que debieran ser sus beneficiarios. El paso del tiempo ha hecho que los soñadores de lo público acepten las privatizaciones, casi como las aman los del espacio contrario. Permiten despidos, fomentaron falsas jubilaciones en conjunto en empresas con las que concertaron EREs falsos, en los que se incluyeron personas enchufadas que nunca habían trabajado en esas empresas, o que no reunían las condiciones para integrar un ERE. Los que se decían de izquierda, y no es la única vez, no tuvieron reparo alguno para saquear a la ciudadanía. Su desconsideración para con la gente ha sido terrible. Se doblegan a los intereses de grandes organizaciones, de famosos empresarios y banqueros, se venden al mejor postor, dicen digo, después diego, y terminan en algún consejo de administración de alguna importante corporación, con sueldos millonarios, donde terminan de olvidarse del prometido bienestar de la ciudadanía.
Si eso es lo que hacen los que se dicen de izquierda, qué podemos esperar de los que ya parten como cabezas de serie de los defensores del poder y la pasta, de los empresarios, los banqueros, los fondos de inversión y las privatizaciones. Todavía está por llegar, según piensan, que nos cobren por respirar, por salir a pasear, agua a precio de oro, etc.
En estos momentos casi no podemos fiarnos de nadie y todos compiten por enseñarnos el camino que más les interesa a ellos. A todos les gustaría dejar sin voz a los demás en cualquier elección. Estarían encantados de ser el ordeno y mando, quisieran obtener una mayoría absoluta para imponer. Y si imponen aquello que siempre venga bien a los intereses de los ciudadanos, en especial de aquellos que menos tengan y más necesiten, bienvenidos sean; pero me temo que no será así, pues han llegado a un punto en el que se han vuelto bastante embusteros y mafiosos, algunos otros muy corruptos para no desentonar con los tiempos que corren.
Seguiremos...
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