Entendí que esto de la política era cosa de servir al pueblo, a unos ideales, de procurar el bienestar de la ciudadanía y el progreso de un país. Sin embargo, todos demuestran que son mercenarios al servicio de sus partidos, luchadores del voto para perpetuarse en el poder, fabricantes de un sistema convenido para asegurarles una serie de privilegios que entre todos les pagamos, con unos sueldos, dietas, taxis, conexión a Internet y equipos electrónicos últimos modelos que entre todos pagamos a la fuerza, no porque estemos convencidos de hacerlo, ya se encargan de destinar nuestros a dineros a sus caprichos, a sus abultados salarios y demás privilegios.
Entendí que esto de la política iba de dignidad, integridad y honestidad, pero he ido descubriendo que ninguno de estos factores o cualidades se ven en nuestros políticos, sino todo lo contrario, son incoherentes, muchos de ellos indignos, chorizos y corruptos. No hay juego limpio si median los políticos, pues todo se convierte en verdades a media o grandes mentiras, en acuerdos turbios realizados a nuestras espaldas, en dineros que se pierden, en gastos que nosotros no autorizamos ni con los que estamos de acuerdo, pero para los que nunca nos piden nuestro consentimiento, ¿es ésta la soberanía que han dejado al pueblo?
Entendí que ellos nos representaban y que lo gestionarían adecuadamente por el bien de todos, pero fui dándome cuenta que trabajaban por sus partidos y para aquellos que les daban dineros que ninguna de las partes declaraba a Hacienda. Las políticas, entonces, no se dirigían para aquello que antes refería: acrecentar el bienestar de la ciudadanía y mejorar el progreso del país, sino a satisfacer a aquellos que les facilitaban dineros en negro para financiarse en las elecciones y llegar dopados a las mismas. Esos mismos les aseguraban retiros dorados en sus compañías, a pesar de que los políticos no tuvieran ni zorra idea de los productos que vendieran o los servicios que prestaran. Les valía el tráfico de influencia que su cargo público había generado y los favores realizados mientras ocupaban sus puestos. A lo largo de los años, con esa forma de actuar, se ha generado cantidad de dinero negro circulando por paraísos fiscales, políticos ricos que comenzaron con una mano delante y otra detrás, y mucho despilfarro de dinero público. Amén, de cantidad de puestos de trabajo ocupados por personas nada preparadas para los mismos, en los que se han ubicado a dedo, dando como resultado una productividad vergonzosa en el sector público, un descuido de lo que no consideran suyo, pero que hemos pagado nosotros. Total, un festín para ellos y un desangrarnos nosotros para llegar a ser ellos más ricos y nosotros más pobres.
Estos mercenarios de sus partidos no trabajan para nosotros, pero sí a nuestra costa. No nos representan a nosotros sino a sus partidos. Pelean o rivalizan con los demás mercenarios de los otros partidos en su afán por agarrar poder para convertirse en foco de interés de esas élites empresariales y bancarias, con el objetivo de pasar a ese otro nivel económico, que es lo que persiguen. Todos los que tocan poder terminan con las cuentas llenas, también sus carteras y, con mucha frecuencia, salpicados por la corrupción sistémica que padecen las Instituciones del país, empezando por la que debiera ser ejemplo, la Casa Real.
Por todo lo dicho, comprendo que políticos con ese nivel humano y ético son un mal para nuestra sociedad y que es urgente encontrar otra manera de gestionarnos. No podemos seguir en manos de vagos y maleantes enfundados en trajes, con corbatas o sin ellas, dando cada semana una sesión circense para el público adormecido por unos medios de comunicación nada objetivos y cooperantes necesarios de la manipulación a ex profeso, que se lleva a cabo sobre la población para mantenerla confundida y anestesiada.
Seguiremos...
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