A mi amigo Eduardo, que lucha por
entender sus males desde hace tantos años. Mi amigo Eduardo es un hombre lector
de “libros vivos”, un buen conversador, un hombre valiente que en algunos
momentos de su vida ha tomado decisiones difíciles para muchos. Desde hace años
convive con un dolor físico, posible reflejo de origen psíquico, que este
hombre sesentón, de pelo y barba canos, se empeña en descubrir encerrado en su
habitación, sin querer ver a nadie cuando la crisis se agudiza, tratando de
aprender y mirarle de frente; en un intento por desenrollar la madeja de
dificultades que este mal representa para él.
Desde aquí te deseo, mi amigo,
que encuentres el hilo del que tirar, ese que te lleve al consuelo, a la paz y
a la salud, de donde sean provengan tus males, porque la procedencia es lo de
menos, vivir es lo más, aceptar, sanar, apreciar las pequeñas cosas, disfrutar
y amar es lo más importante para mí, y quiero que llegue a serlo para ti.
Cuando nos reunimos los amigos,
como ayer tarde, y tú no vienes, nos falta algo, hay un vacio de buen criterio
y sabiduría, que siempre aportas tú. Le falta algo a la conversación, hay
conceptos que se desvanecen en el aire, que quedan confusos, porque faltaba tu
argumentación, y no pudiste estar con nosotros para compartir tú saber y tú
parecer.
Todos sabemos que la vida es
exigente para quienes aspiran alto, y las situaciones para que aprendamos son
aquellas que a cada uno nos ponen contra las cuerdas, como se suele decir: nos
ponen en situación. Nos ofrece la vida la oportunidad de ver para comprender,
para que aceptemos los momentos tal como a cada uno se nos presentan, o
inconscientemente atraemos, pues definitivamente hay que rendirse a la vida,
haciéndonos conscientes y creciendo interiormente.
Se que suena bien, que todo así
dicho queda maravilloso, pero que cuando se pasa mal cuesta integrar el ver,
comprender, aceptar, y rendirse para llegar a ser consciente y crecer. Mi
amigo, tu sabes que quien te lo dice ha estado muchos años “atareado”, y las
puertas se abrían de una u otra forma, una información de un conocido, un
trabajo dictado por alguien, una terapia escrita, visita a médicos, etc., hasta
que la secuencia de acontecimientos redactada anteriormente se va dando,
lentamente, conscientemente.
A ti, amigo la vida te exige
bastante desde hace años, tal vez porque tú aspiras bien alto, y quizás porque
tu desarrollo te lo permita. Por esto, te exige una atención y una entrega
mayor a la exigida a otros. Así que sólo tú puedes aprovechar esta oportunidad,
pues es para tí, tú eres quien debe ver, comprender, aceptar, rendirte, hacerte
consciente y crecer. Y como siempre decimos: después vuelve para compartirlo
con los demás, pues te estamos esperando.
Con todo el cariño, aprecio y mis
mejores deseos de salud.
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