Afortunadamente hay gente muy
bella todavía, a la que no le importa mostrarse como es, que son gente próxima,
entrañable, generosa, amorosa, que se entrega mucho a los demás.
Afortunadamente, en cualquier
momento te sorprenden agradablemente cualquiera de esas personas, para las que,
aún, es importante considerar a los demás, compartir, darse, abrazar y mirar
con sinceridad a los ojos de la persona que tienen enfrente.
Todos sabemos de la mentira
social que está presente, casi en cada rincón de esta existencia, porque las
personas lo hemos consentido mientras nos fuimos acomodando a esta manera de
interactuar con los demás. Sin comprender que lo que estaba creciendo, se
pudría al mismo tiempo.
Ahora estamos dominados por la
podredumbre, la miseria y la mediocridad de los actos bárbaros, delictivos y
corruptos, que empezando por los estamentos de poder llevan tiempo aceptando
como moneda de cambio y precio de la forma de vivir moderna y capitalista.
Tenemos políticos corruptos, empresarios que lo son, famosos que evaden
capitales, jueces que miran hacia otro lado, muchos señores y señoras del poder
que acuerdan o pactan delictivamente y por conveniencia con otros, igualmente
delincuentes como aquellos.
Lo peor de todo es que casi todos
estos casos son mencionados por la prensa, pero poco más. Aquí no sucede nada,
aquí el infractor no devuelve lo robado ni paga un precio por su delito. Esta
viene siendo una práctica habitual que cansa a los ciudadanos de bien, nos
sentimos además de estafados, perjudicados e impotentes, porque no existen los
mecanismos legales y efectivos a disposición del pueblo, que garanticen la
destitución inmediata de los individuos, que sirviéndose de su posición
social-laboral laceran el bienestar público, los servicios, derechos y mucho peor,
desvían o enajenan el dinero de todos los ciudadanos.
¿Qué tiene que ocurrir en este
país para ser escuchado?, ¿dónde está la justicia repartida por igual, sin
distinción de clases? Estoy casi seguro que entre los planes de los
gobernantes, además de forrarse se encuentra el mecanismo, bien pensado, del
aburrimiento de las personas. Y lamentablemente lo están consiguiendo, nadie
hace nada, cuando con lo que cada uno sentimos interiormente podría suceder de
todo. Y cuando digo de todo, conforme están los ánimos, me refiero a todo, y
que cada cual haga su interpretación.
Nos están adormeciendo mientras
hacen sus negocios, mientras imponen sus reglas, mientras nos ningunean,
mientras nos despiden de nuestros trabajos, mientras nos empeoran las
condiciones económicas, mientras nos hacen pagar más por servicios que nos
están empeorando a propósito, mientras se esfuerzan por hacernos ver que
ciertos derechos son insoportables para la Administración pública, cuando se
han podido sostener en tiempos anteriores con condiciones peores. Pues hemos
pasado, en un par de años, de ser un país solvente a ser un país de ciudadanos
en ruina. La Administración, esa cueva de amigotes que ocupan los altos cargos,
nombrados a dedo, de cada uno de los departamentos de la Administración de cada
Comunidad autónoma; precisamente esas secciones dirigidas por personas puestas
a dedo, como pago de favores antiguos y otros intereses y compromisos, no
adelgaza. Sin embargo, los funcionarios que aprobaron una oposición para
conseguir su plaza, están todo el día en entredichos y son la diana de muchos
tertulianos de programas televisivos.
¿Alguien entiende algo del
desastre de gestión y de la improvisación que estamos viviendo?
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