El hombre que es capaz de hacer
todo lo mejor, también es capaz de hacer
todo lo peor. El mundo nos sorprende con genuinos descubrimientos científicos,
pero también nos acongoja con la extrema crueldad que se está dando en muchos
rincones del planeta.
Mientras escribo, o usted lee
plácidamente, el terror es vivido por millones de personas, victimas de la
barbarie generada por otras personas.
Una guerra para qué, nos
preguntamos muchos, o por qué albergan tanto odio algunas personas hacia sus
semejantes, que llegan a matarles tan salvajemente. Qué mundo estamos creando,
¿el del dolor acaso?, y quiénes ganan con todo este horror, ¿se puede dormir
bien tomando parte de esta terrible exterminación de seres humanos?
El dolor generado por las
guerras, así como la extrema pobreza a la que se ven abocados los pueblos
marginados por el mundo “desarrollado”, me crea impotencia y me desorienta.
La inactividad de organizaciones
como ONU, FAO, etc., que deberían existir para conseguir erradicar esa sinrazón
de vida que llevan ciertos pueblos, me avergüenza. Siento vergüenza de la falta
de responsabilidad y compromiso de unas organizaciones que no cumplen porque
prefieren esconder la cabeza bajo las alas de la mamá gallina del poder
monetario.
Numerosas personas de “alto standing”,
que viajan de cumbre en cumbre, produciendo gastos a la economía mundial,
dictando normas contra los ciudadanos trabajadores, y actuando tan solo en los
lugares que le son dictados por los intereses petrolíferos o armamentísticos de
los E.E.U.U., mientras hacen ver al mundo entero que su móvil es restablecer el
orden. Sin embargo, van barriendo de cada zona invadida a las personas que no
colaboran con sus intereses, ubicando en los puestos de poder de cada país
atacado, a personas de su confianza, que le asegure el control de la zona y de
sus riquezas.
Mientras sucede lo expuesto,
millones de personas agonizan, no comen y mueren, pero hay que jugar a la
guerrita, hay que jugar a dominar el mundo, hay que saquear las riquezas de los
pueblos a los que se consideran más débiles, endeudándolos, porque esta es la
forma elegida de ejercer el control y el dominio.
¿Qué podríamos hacer los
ciudadanos para cambiar el orden mundial?, porque la base de toda la estructura
social somos nosotros, todos nosotros excepto los que han elegido pertenecer a
la clase elitista, recostada en el dólar. Olvidémonos de esa gente insolidaria,
que tiene el hábito de marginar, ignorémosle y miremos hacia nuestros iguales,
construyamos una nueva sociedad que se cimente sobre otros valores. Nosotros
somos la mayoría, somos el poder, nos tienen adormecidos y engañados, pero si
abrimos los ojos podemos hacerlos caer de la supuesta nube en la que nos hacen
creer que están subidos.
Hacen falta personas honestas,
con corazón, que generen proyectos, y que los ciudadanos que ahora estamos
sometidos a esta seudo dictadura-democrática, regida por los poderes
monetarios, apoyemos los proyectos brindados por personas honestas y con
conciencia, para la consecución del bienestar general.
Supongamos que unos ciudadanos,
de las características antes mencionadas, crean un banco, y que toda la
población, excepto la clase minoritaria elitista que nos oprime ahora, saca su
dinero de todos los bancos españoles y comienzan a trabajar con esta entidad bancaria.
Supongamos, igualmente, que nosotros seamos los que decidimos donde comprar o
no comprar, o qué productos, o qué marcas, etc. Pensadlo, es difícil de
imaginar en este estado de dispersión en el que nos mantienen los gobernantes,
pero ante la unidad no hay quien pueda. El poder es nuestro, lo tenemos
nosotros, pero no nos lo creemos. ¿Qué pasaría si decidimos dejar de pagar
nuestros impuestos, y se hiciera efectivo?, ¿Qué ocurriría si dejáramos, todos,
de pagar nuestros créditos?, ¿Quién podría con nosotros?. Imaginad que se
constituye un partido político con estos valores morales y humanos, y todos le
votáramos; habríamos expulsado del poder
a los hipnotizadores sociales actuales con siglas de partidos.
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