Hace unos días escuché una
noticia acerca de la detección de una red de personas, que provocaban un
bloqueo, mediante virus, en el ordenador de ciertos usuarios; a los que les
enviaban una comunicación haciéndose pasar por policías. En dicho comunicado
indicaban que desde ese ordenador se había accedido y descargado, de un modo
ilegal, pornografía. Esas personas mantenían esta situación hasta que el
presunto actor de las descargas abonaba 100 euros.
Como dije al comenzar este
escrito, escuché la noticia hace unos días y me vino a la cabeza algo, que
lamentablemente sucede con demasiada frecuencia, que por otro lado lo considero
lamentable. Me refiero al aprovechamiento que hacen ciertas personas de su
conocimiento, en este caso informático, para timar, estafar al prójimo.
Por qué no vamos más allá, por
qué el progreso solo existe cuando es acompañado de la carrera meteórica de
hacer ganancias. Por qué no crecemos como investigadores de todas las ramas por
el bien de la humanidad. Por qué se presta tan poco interés en esta sociedad a
la investigación dirigida al desarrollo en todos los ámbitos de la vida. Por
qué solo se pone en marcha aquellos proyectos que pueden ser más lucrativos, aunque aporten menos, poco o nada; por el solo
hecho de que se espera un gran negocio.
Por qué en la mente del hombre
tienen demasiada importancia las cifras, que se anteponen al bienestar de
muchos, y que dentro de este juego se prohíben ciertos medios necesarios,
incluso para la vida, a pueblos pobres. Por qué se margina a la gente cuando no
se les ve como negocio. Por qué se les deja morir, infectarse, padecer, que se mantengan
en la incultura, y no se les ayuda a crecer tecnológicamente. Por qué no se les
enseña, por qué no se comparten los conocimientos, o mejor aún, por qué no está
el conocimiento al servicio de la humanidad.
Me pregunto: ¿dónde estamos, qué
estamos haciendo, quiénes nos creemos ser? Las personas de élite existen, hay
grandes cerebros, tenemos personas sobresalientes que necesitan trabajar y son
fichados por grandes corporaciones, que aprovechan el saber y las experiencias
de esos grandes hombres, muchas veces para romper la equidad como una muerte
segura para todos. Pues de no obtener resultados el investigador íbamos a morir
todos; ahora gracias a los logros de esos cerebros privilegiados, seguramente
se salvarán unos pocos, los que tengan dinero suficiente, y la corporación
millonaria obtendrá muchos beneficios porque abusará con sus altos precios. La
vida tiene un precio además de envejecer.
La situación actual ya nos es
aquella picaresca, más o menos graciosa o burlona para hacerse de algún cuarto,
sino pura estrategia de mercado, es rivalidad por el trozo de pastel mayor, es
la fama en juego, el prestigio mal entendido, el enriquecimiento por encima del
bienestar de las personas. A veces, como la noticia que da pie al escrito, es
la delincuencia, la estafa, el burdo aprovechamiento de tu conocimiento para
obrar mal contra tus conciudadanos.
Yo digo: hagamos el bien siempre,
amemos a los demás, no tomemos como ejemplo a nadie pero fabriquemos dentro el
camino de la verdad, el andar derecho, el ir con la cara alta porque
respetamos, porque cedemos, porque nos importan las demás personas, los
animales, el entorno en el que vivimos. Que hagamos un uso razonable de todo lo
que tenemos a nuestra disposición. Fabriquemos pensamientos positivos, cooperemos
en lugar de rivalizar. Tornando lo menos bueno, o que tenga alguna carencia,
por lo que sea mejor, todos saldremos ganando.
Es muy fácil cuando siempre voy a
hacer lo mejor que sé, cuando siempre voy a dar lo mejor de mí, cuando siempre
voy a entregarme cuanto pueda, y cuando lo hago todo por el bien de todos, sin
considerar la obligatoriedad de sacar interés para mí. En ese obrar recto y
simple se halla la clave de una sociedad justa, equitativa, creativa y de
continuo crecimiento.
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