La sociedad de los muertos
vivientes, de los que estudian y no encuentran un puesto de trabajo, de los
trabajadores que son despedidos a diario, de los economistas que actúan sin
corazón. Es la sociedad de los licenciados en locura colectiva, de los delincuentes
de guante blanco, de los banqueros despiadados, y demás caminantes sin vida.
Esta sociedad muestra su parte
más tenebrosa, es un episodio de Walking dead, en vivo y en directo. Es la obra
del ser más inteligente de la “creación”, que a modo de tsunami arrasa los
pueblos, y se lleva a sus gentes.
Vivimos un episodio de cine
negro, pero donde no se juzga a nadie, no hay condenas, no hay cárcel, no hay
detective de color, no hay caso porque está oculto previo acuerdo de las
partes. Esto es surrealista, esta situación social se asemeja al grito de
Munch, es un grito sordo de los ciudadanos, pero desgarrador al mismo tiempo. Y
es que la pobreza crece, los sueldos bajan por etapas y los precios suben al
sprint en cada etapa; por lo que cada día somos más pobres.
¿Hay responsables de este
panorama dantesco?, parece que no se ha hecho suficiente daño, a pesar de que
el FMI haya reconocido que las políticas de austeridad han sido un error. Pero
alguien las dictó, las impuso, y otros las estamos padeciendo, ¿dónde están los
responsables?, ¿van a pagar por ello? No, seguramente no pasará nada porque ya
sabemos que ellos son carne sacra, así que nada de pasarles por la parrilla,
nada de barbacoas, nada de humitos, nada de dinerito devuelto, nada de
recompensas. Ahora toca salir del error, ¿y cómo se hace esto?, pues
machacando, exprimiendo un poco más al personal.
Hacemos recuento de lo dicho:
algunos han creado una catástrofe económica mundial, para empobrecer a ciertos
países, de manera que después sean sus salvadores y se congracien comprándoles
deuda. Y cuando han jodido a todo el mundo, lo han desestabilizado todo, y se
han enriquecido lo suficiente, hacen dos cosas: una decir que como se ha
procedido no ha ayudado a nadie, y segundo apunte: ofrecen como remedio de
todos lo males la privatización de todo el bienestar social, del que
disfrutábamos desde hace años. Un bienestar general que se había forjado con la
aportación de todos, por el que tanto se ha luchado, y que tanta sangre se ha
derramado.
Nadie mira atrás, ni tampoco
adelante, pues de otro modo no se hubiera vendido el sector industrial, ni se
hubiera empobrecido el sector agrícola, ganadero o pesquero a voluntad de
Europa; porque había que ingresar en la Unión Europea al precio que fuere, sin
mirar al futuro, sin comprender que estábamos vendiendo nuestras fuentes de
producción y las que nos facilitarían los puestos de trabajo ahora y en el
futuro a nuestros jóvenes. ¿Esto nadie lo previó?, ¿Y los economistas en qué
pensaban?, ¿de dónde iba a llegarnos el sustento?, ¿cómo íbamos a ingresar los
dineros en las arcas del Estado?
Algunos dicen, con razón, que nos
vamos a pasar toda la vida mirando hacia atrás, y llevan toda la razón, pero
¡joder!, que quiten la piedra del camino, que ya está bien de tropezar, y sólo
hay una piedra. ¿Y este es el ser más inteligente de la “creación”?, perdonen,
a mi me cuesta creerlo. No es el más productivo del bienestar para todos,
porque cualquier paso hacia delante está mediatizado. Si hay mordiente por
medio, ¡tira!, si no, no se puede hacer o no hay permisos, o faltan recursos,
etc. Es un bien maravilloso, si quieres un prodigio para la salud, pero no lo
puedes pagar, pues te mueres y se acabó. O bien, el mismo caso, pero o se puede
distraer unos milloncitos, o se ponen todas las trabas, eso no interesa, etc. Y
para terminar, se ha descubierto “la penicilina”, pero rivaliza, supongamos,
con un producto no tan eficaz, tal vez nada eficaz, pero su uso es masivo, y
genera grandes beneficios a la multinacional de turno, hay que estrangular la
fabricación, distribución y venta de “la penicilina”, aunque se muera el
personal. Para algunos la vida es lo de menos si las ganancias son importantes.
Ya no sigo más, ¿con gente así, a
dónde vamos?
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