Estar indignado no es un sentir
sino una obligación, de cada uno de los ciudadanos, en los tiempos que corren.
Cómo podemos tolerar, soportar y contribuir con nuestro esfuerzo y nuestro
dinero, a la estabilización de una situación económica y laboral tan catastrófica,
en la que llevamos años participando como simples peones del ajedrez.
Situación, por cierto, que han provocado las acciones delictivas de los que,
mirando para si mismo e importándoles un pimiento el resto de los ciudadanos,
pensaban en sus ganancias e intereses propios. Miraban hacia paraísos fiscales,
buscaban jubilaciones sin haber trabajado, se sometían a las políticas de
redistribución industrial dictadas por Europa, recalificaban terrenos para
apoyar la burbuja inmobiliaria a cambio de ingentes cantidades de dinero que se
han debido de llevar sin pensar en repercusiones a la población, ¿dónde estaban
los economistas para avisar de la catástrofe que se avecinaba?, ¿y los
gobiernos a que se dedicaban, además de llevárselo calentito?, ¿y nosotros que
hacíamos, además de vivir pasivamente todo aquello que nos van poniendo por
delante?.
La estrategia de la picaresca
económica-industrial de nuestro país ha pasado desde hace muchos años por
acondicionar el escenario, sea bueno o malo para nosotros, provoque la
situación futura que provoque, para recibir el máximo de ayudas monetarias
procedentes de Europa. Cuando se han dado cuenta de las repercusiones de vivir
de las subvenciones, sin crear un plan de desarrollo industrial y económico del
país, se jactan de culpar a los empresarios porque han vivido los últimos años
de las subvenciones, y no han sabido crecer.
Por qué no se miran los
gobiernos, y despiertan de una vez por todas, por qué no se hacen ellos
responsables de la catástrofe en las que han metido al país, pues son ellos los
que tienen poder para llevar las riendas, nosotros somos hormigas obreras,
hacemos nuestro trabajo, cobramos nuestro efímero salario, y vamos tirando, en
muchos casos justitos. Somos nosotros los que no nos beneficiamos de comisiones
de ninguna clase, somos los que tenemos que soportar día a día las presiones
del peligrar del puesto de trabajo, somos los que vemos que la tendencia de las
reformas laborales nos afectan, haciendo retroceder nuestros derechos
adquiridos mediante la lucha de muchos años, cuando los sindicatos eran entes
protectores de los derechos de los trabajadores, y luchaban abiertamente contra
la tiranía de ciertos empresarios. Sin embargo, en la actualidad no existe esa
figura defensora porque está comprada por los gobiernos, y será así mientras
vivan de las aportaciones del gobierno. Serán meras figuras que salen en
televisión haciendo alguna declaración, que posteriormente se la tienen que
envainar, porque tienen un patrón que es el Gobierno.
Los trabajadores estamos en un
bote sin remos, navegando a la deriva del pensamiento más “brillante”, que se
le ocurra, generalmente al presidente del Banco de España, o al presidente de
los empresarios. A lo que decidan estos señores, se le añade lo que decida el BCE,
el FMI, y si aún quedan algunos flecos que nos vaya a favorecer, entonces
aparecen para recortarlos en pro de la salida de la crisis, el ministro de
trabajo, Ángela y Sarkozy.
¿Es
para estar indignado?, algo habrá que hacer, tendremos que reaccionar de alguna
manera, tendremos que pedir la cárcel para los mangantes, tendremos que pedir
la devolución de lo robado, habrá que mandar al paro a estos indeseables que no
sufren la crisis pero que si han contribuido a que exista, y que son amiguetes
de todos los que están jugando con las vidas de los ciudadanos.
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