Cuántas veces sentimos estar
solos, aún estando rodeados de personas, ¿no os pasa esto?. Se que somos
distintos en nuestra forma de pensar y de actuar, esto me ha hecho recapacitar
para darme cuenta de que somos como radios sintonizadas en frecuencias diferentes,
aunque cercanas en el dial. Esto hace que nos podamos oír con algún tipo de
dificultad, lo que ocasiona que lleguemos a entendernos pero no a
comprendernos.
La dificultad a la que me he
referido, es la que justifica las constantes desavenencias entre las personas,
para cada cual sus acciones tienen un sentido y representan el resultado de su
inquietud, una intención o interés, a veces es un impulso no meditado, o bien
la conclusión de un planteamiento mental, más o menos, discurrido; aunque en
muchas ocasiones no comprendido por otras personas del mismo entorno, e incluso
viviendo el mismo contexto y siendo cercanas.
A todas las personas, en mayor o
menor grado, nos sucede lo mismo a lo que me he referido, pero me pregunto: Por
qué no sintonizamos, por qué no comprendemos al otro cuando esta decidiendo,
cuando está expresándose, verbalmente o actuando; y por qué esto tiene menos
sentido, o tiene menos importancia para nosotros que cuando somos los actores.
Por qué hay esta distancia si en
esencia somos todos lo mismo, formamos partes de un todo llamado vida, para mí:
energía de vida, que creo es lo que somos cuando no vestimos “traje” alguno.
Cómo es que no somos capaces de sentir la unidad que somos mientras pensamos,
sentimos o actuamos; ¿Qué hemos olvidado en el camino?.
Esta distancia empeora las
relaciones y propicia socialmente la instauración de las clases, acentúa
nuestro egoísmo lo que nos hace rivalizar con los demás, favorece la
incomunicación de la que se valen los estamentos de poder para manejar a la
multitud, que se encuentra dispersa. Igualmente, se valen de ello los medios
publicitarios para que deseemos el coche que ha comprado nuestro vecino. Estos
medios inciden, como su herramienta principal, alentando al establecimiento de
los diversos status sociales, para que los que, “supuestamente”, están abajo
quieran tener aquello que muestran los que, “supuestamente”, están arriba. Todo
es una mentira social, son técnicas comerciales y de marketing, que se valen de
esta situación de soledad a la que hemos llegado para hacer de nuestras vidas
su materia prima de enriquecimiento.
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