Muchos son los que denominan
Utopía a todo aquello que se les antoja irrealizable, pero sería injusto no
dejar abierta, aunque tan solo fuera una puerta, a la posibilidad de realización de las
ideas o proyectos pensados o soñados por otros. A veces, el estar convencidos,
y el estar dispuestos a dejarse la piel por un ideal, te hace sentir capaz, te
motiva y puede hacer que tu proyecto llegue a brillar.
En los días en que vivimos hace
falta una gran carga de Utopía, porque alineándonos con las cabezas pensantes
que nos han guiado durante los últimos años, es fácil comprobar que tan solo
nos ha conducido al enriquecimiento de unos pocos, y al desequilibrio social
que una gran mayoría de la población mundial estamos padeciendo. Habrá que
cuestionarse, al menos, si sabían lo que hacían, o si conocían lo que se estaba
gestando.
Hoy más que nunca, hace falta la
unión de las personas para reformar esta sociedad, que se encuentra en ruinas,
y no menos necesario es que nos empiecen a importar de veras las demás personas.
Si esto sucediera, el egoísmo exacerbado que conduce a ciertas personas de
poder en particular, así como a una gran mayoría de personas de otros niveles o
capas sociales en general, creando tanto dolor e infelicidad a la humanidad,
llegaría a su fin.
Digo que nos tienen que importar
las demás personas, nuestros amigos, nuestros conocidos, nuestros compañeros de
trabajo, de estudio, nuestros vecinos, etc., porque todos somos imprescindibles
en el escenario de la vida, por eso hemos coincidido en el tiempo, y tenemos
que amarnos y respetarnos, por lo que debemos de tener presentes en cada uno de
nuestros actos las repercusiones hacia los demás.
Cada persona ha de comprender que
no es un ser aislado, sino una parte integrante de un todo llamado vida, que en
un plano más físico, o energetico-grosero componemos una colectividad de
personas, que se fractura precisamente por la actuación y disposición mental
egoísta de algunos, descuidando que su felicidad, en mayor o menor grado,
depende de vivir en un entorno rodeado de seres felices. Estoy seguro, que debe
ser irrealizable alcanzar un grado óptimo de felicidad rodeado de tanto dolor y
miseria.
Por todo ello, cuestionémonos:
¿Cómo puedo hacer más felices a los que me rodean?, ¿Cómo puedo seguir
ignorando el sufrimiento ajeno?, pasa a la acción ¡atrevete!.
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