A nuestros amigos los perros,
estos animales que tenemos la suerte de tener tan próximos, con los que
convivir se hace tan hermoso y adorable. Va por ustedes, nuestros fieles
amigos, llenos de bondad, que tan alegres se mostráis cuando veis a los dueños,
un día y otro, olvidando las dificultades que ese día hubiereis tenido. Siempre
nos recibís de buen humor y no nos abrazáis porque vuestra constitución no os
lo permite, pues de seguro lo haríais; y seriáis los más felices sobre la
Tierra.
No me equivoco al expresarme en
estos términos, porque ustedes sois limpios de pensamientos, no como nosotros
que filtramos y filtramos, además de tratar de actuar en nuestros propios
intereses. Vuestra mirada es limpia como cristalina agua que desciende, en
alegre alboroto, desde la cima de la montaña.
Se relacionáis desde el amor,
desde la admiración al “amo”, a vuestro dueño, hacia aquel que os cuida, hacia
los integrantes del hogar donde vivís, y a quienes os gusta seguir o acompañar
en los paseos. Aunque a veces no os dispense el trato que os merecéis, ustedes
se mostráis igual de agradecidos, perdonáis casi al instante nuestros errores.
También tenéis los detractores,
aquellos que no os quieren, casi seguro son los que no os conocen, muy
probablemente son aquellos que no tuvieron la oportunidad de convivir con
vosotros, y por tanto, no han podido llegar a conoceros. Estas personas, no
saben lo que dicen porque o bien no están abiertos a recibir del exterior, o
bien no saben dar al exterior; y es una lastima como se pierdan la relación
perro-hombre, de una fidelidad casi desconocida y nada comparable con las
relaciones sociales y mediatizadas por los intereses o simplemente por la
rivalidad del protagonismo.
Conocer a estos animales,
convivir con ellos, tenerles cerca mucho tiempo, hablar con ellos,
acariciarlos, quererlos, se convierte en una amistad que no se rompe más que
por mor de una desgracia, pues los lazos de la relación son muy poderosos. No
entiendo como hay personas capaces de tener un perro, un amigo como este, y
pueden abandonarlo, dejar que pasen necesidades, estén expuestos a ser
atropellados, debe ser salvaje el sentimiento de abandono que ha de sufrir un
perro cuando se dan estas circunstancias. Él que esperaba que llegara el nuevo
día solo para recibir a su dueño, para verle y demostrarle, una vez más con sus
gestos de cuanto se alegraba de que estuviera allí junto a él.
Una
llamada a la conciencia de cada uno de nosotros, una llamada a la
responsabilidad para con nuestros animales de compañía, una petición de un
esfuerzo por tratar de amar a nuestros animales, pues ellos ya nos aman y
mucho, aunque nos hagan agujeros en el jardín, aunque hagan algunas tropelías
que tal vez efectúan para reclamar nuestra atención o mayor dedicación.
Probemos a entregarnos un poco más, como ellos hacen hacia nosotros.
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