Ya no suenan las panderetas, ni
se oyen de la Navidad sus sones, ya no huele el horno en la cocina, ni a comida
todo el día; y menos mal que vamos normalizando la ingesta de comidas,
piscolabis, tapeos, vinos, licores, polvorones, turrones y mazapanes.
Ya se alegran nuestros órganos
internos, ya vamos terminando los ciclos de acidez, almax, omeprazol, etc., sin
mencionar los chutes de ibuprofeno para mejorar el dolor de cabeza producido
por la resaca.
Navidad, Navidad, dulce Navidad,
para algunos demasiado dulce para su diabetes, o sea que si lo miramos bien es
una bomba para nuestro generoso cuerpo, que con admirable paciencia hace el
sobreesfuerzo de mantenerse lo más equilibrado que estos excesos le permiten.
Y una vez dado el repaso por
habernos propasado con los alimentos, dulces y
bebidas, quiero entrar en el otro extremo tradicional, que arrastra la
Navidad: un aumento de las compras, unos gastos que a veces no se controlan, y
es ahí donde comienzan los problemas. Se ha de saber, que aunque a todos nos
gusta, no es una obligación regalar; nada ni nadie nos puede obligar a comprar.
Debemos mirar por la cartera,
pero no en el sentido de ser tacaños, sino consecuentes con nuestra capacidad
para asumir esas compras. Como en todo, deberíamos contemplar hasta donde nos
podemos permitir, según nuestros ingresos actuales. Me temo, que en casa de
trabajadores, y con los tiempos que corren, vamos ajustadillos. Así que seamos
responsables también con los gastos en estas fechas, que son tan dadas a llamar
nuestro dinero.
Las empresas quieren sacar una
buena tajada, y hacen mucha publicidad, llenan las tiendas y almacenes, abren
más horas y días de los que habitualmente trabajan. Toda la estrategia se ha
previsto, las redes se han lanzado, y la captura esperan sea magnifica, pero
¡alto!, en casa hay que comer cada día, y no vale gastar lo que no se debiera
en un regalo para quedar bien, y por obligación de las fechas en las que
estamos; ¡lo prioritario es cubrir las necesidades básicas, ayer, hoy, mañana y
pasado!
Lo siento por los comerciantes,
pero al igual que todos hemos visto mermado nuestro poder adquisitivo, con las
bajadas de sueldos, subida de impuestos, y multisubida de todo tipo de precios,
ellos tienen que sostener la pizca de miseria que les toca. Porque los
incrementos de precios afectan regularmente y constantemente a casi todos los
productos, mientras nuestros salarios se reducen, es por ello lógico que los
rendimientos sean menores, para los negocios.
Por favor, emplea la cabeza, no
te tires a la piscina, no te dejes llevar por un impulso momentáneo, por la
tradición, ni tan siquiera por el compromiso de regalar. Pues si lo miras, tal
situación no existe, solo está en tu cabeza, y si lo quieres, ni está. Tú has
de ser el dueño de tus actos, y ninguna idea ajena a ti ha de comandar tu vida,
tus pasos, tus actos, ¿lo entiendes? Tu puedes vivir la vida que tu quieras al
margen de lo que quieran imponerte, tu decides si te atreves, si no temes a
nada ni a nadie. Miedo solo una reducida porción y sentido común el suficiente
para poder subsistir, para no andar por el pretil de la azotea de un edificio
con los ojos vendados, por ejemplo.
Puede
que sea tu amor, y ya se sabe, con el enamoramiento se ciegan las personas,
pero precisamente como hay amor, tu amor comprenderá que no hayas podido
comprarle el “Ferrari”. Tal vez no tengas ni trabajo, lo entenderá.
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