Hoy quiero dedicar este espacio
al agradecimiento, a un pequeño ejercicio, que podemos realizar cada uno de
nosotros, a diario, en el momento que mejor convenga a cada cual, es sencillo,
lleva muy poco tiempo, y si lo haces con sinceridad verás que te aporta
bienestar, es como si te diera amplitud, libertad, algo se abre en tu pecho y
hasta puedes respirar mejor.
Se trata de buscar el momento más
adecuado para ti, que bien pudiera ser acabado de despertar, bien en el momento
de ir a dormir, bien cuando pasees solo/a y te puedas permitir sentirte
mientras caminas, o tal vez cuando descansas sentado/a.
A mi me gusta hacerlo cuando me
voy a la cama por la noche, pues de esta forma aprovecho para recordar lo que
he hecho desde que me levanté, a cuantas personas he tenido la suerte de ver y
saludar, con cuantas he tenido la fortuna de poder pararme a hablar, a cuantas
le he sonreído y cuantas me han devuelto una hermosa sonrisa. Incluyo a todas
las personas, conocidas o no, con las que interactuado a lo largo del día por
una causa u otra.
Si algún día me apetece hacerlo
por la mañana, acabado de levantarme, suelo ir al jardín y me siento sobre la
grama, cierro los ojos y estoy un ratito conmigo, tras esta pausa hago mi
agradecimiento, pero en este caso lo hago más general, pues aún no he tenido la
ocasión de cruzarme con las personas, que habitualmente encontramos en la
calle.
Creo que nadie necesita que se le
de un ejemplo, tras lo que he comentado anteriormente, pero si me lo permiten,
y para aquellas personas que les resulte más difícil hacerse con su formula
propia, paso a darles mi formula general, porque la empleada por la noche es
parecida y ampliada, pues hay una mención concreta a las personas con las que he
interactuado:
“Estoy agradecido de estar vivo, estoy agradecido a mi mujer y a mis
hijos, estoy agradecido a mi familia, estoy agradecido a mis amigos, estoy
agradecido a mis conocidos, estoy agradecido a mis vecinos, estoy agradecido a
toda la humanidad, estoy agradecido a los animales, estoy agradecido a las
plantas y árboles, estoy agradecido a la Tierra, estoy agradecido al agua y al
Sol”.
Si lo haces como ha quedado
dicho, en ese momento que estés relajado/a, con sinceridad, verás que tu pecho
parece abrirse con cada agradecimiento, y vivirás una amplitud que habla de
amor.
Es un ejercicio sencillo como
verás y efectivo, abres tu conciencia a los otros, le dices a tu ser interior
lo que el ya sabe: que es parte de todo, y por ello tu agradecimiento revierte
en ti, porque todo es lo mismo, es un agradecimiento que tu te abres y te
atreves a darlo sinceramente, gratuitamente, y que vuelve de inmediato a tu
corazón.
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