¿Cómo llegar a ser un buen vecino
además de parecerlo?, esta cuestión me ronda la cabeza porque engloba mucho de
lo que ya he escrito en otras ocasiones. Hay que ser practicante de los grandes
valores que nos humanizan, porque de ellos se desprende educación y respeto por
el prójimo.
Para llegar a ser un buen vecino,
primero hemos de haber dado cabida en nuestro círculo íntimo o más cerrado a
nuestra vecindad, y de ello se desprende que el mismo respeto y amor que les
tenemos a nuestra familia, debemos dispensarlo a nuestros vecinos. De aquí, que
nace una gran máxima: “No les haré aquello que entiendo es molesto, ruidoso,
poco decoroso o maleducado”, por consecuente me alegraré de verlos, les
saludaré, les sonreiré, me ofreceré a ayudarles en aquello que pudieran
necesitar, les evitaré ruidos innecesarios, hasta aquí todos lo sabemos, pero
una vez más hay que pasar a la acción para que entre todos vivamos con mayor
confort y relajación.
Ahora es cuando debemos
preguntarnos: ¿Estamos atentos para que nuestros actos no molesten a nuestros
vecinos?, ¿Hacemos las tareas irremediablemente ruidosas en el menor tiempo
posible, o bien alargándolas varios días para molestar lo menos posible cada
día?, ¿Tratamos de ajustar los volúmenes de radio, televisor y aparatos de
música, para que no trasciendan más allá de nuestras propiedades?, ¿Si tenemos
un hijo que toca un instrumento musical, tratamos de que lo haga en un local
insonorizado, o bien dentro de un local cerrado y con un volumen que,
igualmente, no entre en la casa de nuestros vecinos?, ¿Cuidamos el volumen de
agua que utilizamos en el riego, menesteres de limpieza, etc., por ser un bien
de uso público y limitado?, ¿Si tenemos perro, tratamos de llevarlo atado para
que no le cause trastornos a terceros, y cuidamos de no dejar deposiciones en
lugares no adecuados?, ¿Dejamos nuestros coches bien aparcados para que no obstaculice
el paso de otros conductores?, ¿Si nuestro barrio tiene contenedores los utilizamos
adecuadamente, no dejando restos en la calzada?, ¿Cuidamos el mobiliario urbano
de nuestro barrio?, ¿Cumplimos nuestras obligaciones con la comunidad de
propietarios: ocupar cargos y pagos de cuotas, o tratamos de eludirlas?. Casi
todas las cuestiones se podían resumir en una: ¿Vivimos de una manera
responsable y consecuente con nuestros vecinos?, aunque me gustaría
personalmente añadir una segunda cuestión: ¿Nos importan nuestros vecinos?
Mucho de lo expuesto lo padecemos
en silencio y malhumorados algunos de nosotros, sin saber por qué tenemos que
vivir un acto repetitivo, que no cuadra con el respeto y que cada cual
interpreta a su antojo y conveniencia. Ante tal ceguera del corazón, tan solo
nos queda la llamada de atención, que suele ser mal recibida por el causante
del acto molesto o incívico. Este acto de ignorancia hacia los demás vecinos
nos sitúa a cada cual en nuestro sitio, revela el porcentaje de egoísmo
personal causante del fastidio, y solo nos queda esperar a que reaccionen,
harto difícil por lo que he podido comprobar.
No es que haya que hacer un máster
para llegar a ser buen vecino, no es que haya que ir a la universidad, pero si
hay que tener conciencia de que se está viviendo en comunidad, relativamente
cerca de otras personas que tal vez acaban de llegar a sus casas de un duro día
de trabajo y quieran descansar, o bien deseen dar un paseo por su barrio sin
ser mordidos por un perro, sin sobresaltos, sin ver un paisaje de escombros,
basuras esparcidas por los suelos o tener miedos de llegar a casa con regalitos
pegados a las suelas de los zapatos.
He creído oportuno, por el bien
de todos, hacer un recordatorio de algo
tan sabido, pero que parece haber caído en saco roto en los últimos tiempos.
Espero que nadie se me moleste, y que tan solo le ayude a observar que puede
hacerlo un poco mejor.
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