La necesidad de reclamar una
situación estable y que proporcione condiciones dignas a la población, se hace
irremediablemente urgente. Tenemos que poner fin al “ordeno y mando” de las
clases políticas, de los bancos y demás organizaciones que ante nuestra pasividad
de años, acumularon un supuesto poder, que podríamos arrebatarles en cuanto nos
movilizáramos.
Vuelvo a insistir, como lo he
hecho en anteriores escritos, que unos miles no pueden someter a millones de
personas en contra de sus voluntades, porque el poder es de la mayoría en
cuanto se moviliza y pide cómo quiere que sea la sociedad en la que vive, y de
la que forma parte.
La democracia no es que podamos
votar cada 4 años, ni que nos impongan los elegidos lo que más le convenga a la
elite mundial. Democracia, entiendo, es que podamos decidir nosotros cómo
queremos vivir, bajo qué reglas, y que tomemos decisiones que han de ser
llevadas a la práctica por los gestores elegidos en las urnas.
Cambiar el sistema no pasa por el
resultado de unas elecciones por lo que la historia nos demuestra, porque los
elegidos en votaciones se confunden al poco de ocupar el puesto. Confunden su
papel de gestor de la opinión del pueblo, con el deseo de imponer sus
intereses sobre la capa social, lo que se acerca al sometimiento de la misma.
Confunden su misión de elegidos para la consecución del bienestar general, con
la consecución del bienestar particular y el de sus conocidos y amigos.
Confunden sus dineros con los dineros públicos, y su patrimonio con el de todos
los ciudadanos.
Cambiar el sistema pasa por dejar
las horas de sofás ante la caja tonta, y protestar en la calle insistentemente,
con orden y respeto, pero sin perder más tiempo; por el bien de nosotros, de
las generaciones que vienen, por un desarrollo industrial de cada región para
dejar de importar materias en demasía, con lo cual nos endeudamos menos con el
exterior, y principalmente para generar puestos de trabajos.
Los jubilados, generalmente, son
las personas que más tiempo libre tienen, a su vez son las personas peor
tratadas por las condiciones económicas a que se les someten: recortes
constantes de sus pensiones, subidas irrisorias, y en muchos casos pensiones de
vergüenza, con las que no se pueden vivir. Pensiones muy distintas a las de
nuestros gestores políticos, todos ellos se hacen millonarios en el
cargo, y son millonarios al retirarse de él. Es por tanto, que todos los
jubilados deberían manifestarse a diario pidiendo: la marcha de todos los
políticos corruptos, la devolución de la voz y del poder a los ciudadanos, la
exigencia de que los sueldos de los gestores políticos sean parecidos a
los de cualquier trabajador, la honestidad de las personas que manejen haberes
del erario público, la encarcelación de los delincuentes trajeados, etc.,
porque ya está bien.
Pero no vamos a dejar que la
transformación, que tanto necesita nuestra estructura social actual y viciada,
recaiga sobre nuestros jubilados, sino que cada vez más personas apoyemos la
iniciativa, y dediquemos nuestro tiempo libre uniéndonos a la causa hasta
imponer nuestra voluntad, que siempre debe dirigirse a conseguir el bienestar
general. Actualmente, ocurre lo contrario, una minoría nos oprime en su propio
beneficio.
Dejemos las vergüenzas en casa,
hagámonos nuestras pancartas, y con total seriedad, respeto, sin shows, porque
esto no es ir de fiesta, ni se pretende eso, como otros intentos han sido
calificados por los medios de comunicación, luchemos en nuestro tiempo libre
por nuestro propio bien, si verdaderamente queremos salir de este espejismo
llamado crisis, del que se están valiendo para exprimirnos económicamente un
poco más, y para hacernos perder
nuestros derechos laborales adquiridos.
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