Tras el bombo que dieron todos
los dirigentes del PP, con anterioridad a las elecciones, diciendo que no
subirían los impuestos, y que no abaratarían el despido de los trabajadores. En
estos días ya apalancados en la poltrona, y presionados por sus colegas
italogermanos, hemos podido comprobar que de lo prometido, nada de nada.
Primero nos han subido los
impuestos, sube la electricidad, el gas, los combustibles, seguramente subirá
el IVA, se congelan los sueldos y pensiones en un primer lugar, para dar un nuevo
golpe de mano y sacar de la chistera la famosa reforma laboral, que nos
prometen va a generar puestos de trabajo. Aunque como ya ha indicado el Sr.
Montoro, no será así.
Lo cierto es que a los
trabajadores nos han dejado, poco menos que a merced de los empresarios,
quienes tendrán potestad para bajar los sueldos en función de los beneficios
obtenidos, que se pretendían obtener, o que se interpreten que no se
obtuvieron. Igualmente, esta reforma les autoriza a no respetar las
negociaciones colectivas o convenios, y a despedirnos cuando les venga en gana
y a costos bajos. Esta situación nos ha hecho retornar a épocas anteriores a la
revolución industrial, donde el trabajador era lo más parecido a los esclavos.
No obstante, me resigno a pensar
que este plan no nos lleve a ningún sitio, y dándole vueltas creo haber
encontrado un sentido a la reforma laboral, y cómo se espera genere puestos de
trabajo. Como el atropello unilateral que supone la reforma laboral, nos ha
pisoteado hasta en los más efímeros derechos que como trabajador teníamos, esta
situación cada vez nos impulsará más a despegarnos del sentimiento de seguridad
que hasta ahora teníamos, cuando encontrábamos un puesto de trabajo en una
empresa. De tal forma, que sin ventajas ningunas y además pisoteados por los
empresarios, amparados por sus amigos los políticos y banqueros, preferiremos iniciar
una actividad empresarial. Creo que esta es la única justificación de cómo se
podrían crear puestos de trabajo, con el renacer de nuevos emprendedores que ya
no desean ponerse a las ordenes de un empresario que le ningunee a su gusto.
La reforma laboral, una nueva
vergüenza que nos dice a las claras que los políticos, votados por los
ciudadanos vuelven a legislar en contra de los intereses de estos. De nuevo,
nos hacen pasar por el ojo de la aguja, los dos mil mandan, y los cuarenta
millones agachamos la cabeza y entramos al matadero. Aquí está pasando algo, y
muy gordo, para que ellos se hagan con el timón tan fácil y para que nosotros
aceptemos sin ni siquiera reaccionar y dejar nuestra comodidad del hogar.
A la población griega la
engañaron sus gobiernos anteriores con todo aquello del falseamiento de las
cuentas ante la Unión Europea, la han descapitalizado, la están empobreciendo
cada día con las concesiones de las ayudas europeas, los tecnócratas que
componen su gobierno actual están terminando de reventarla, pero sus ciudadanos
se tiran a la calle como leones para protestar ante lo que es el pisoteo de sus
valores y sus derechos democráticos. No se puede humillar tanto a las personas,
deberían pensar los dictadores que le gobiernan.
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